THE WATERBOYS - An appointment with Mr.Yeats (2011)

No es habitual encontrar en la historia del rock un grupo o artista como THE WATERBOYS o MIKE SCOTT (para el caso lo mismo), al que el paso del tiempo no le ha hecho perder un ápice de conjuntas cualidades tales como integridad, honestidad y calidad, reinventándose una y otra vez en su carismático y personal estilo dentro de un mundillo musical tan injusto como el mundo de los seres humanos.

Múltiples han sido las muestras donde Mike Scott ha sabido conjugar poesía, literatura y rock con unas elaboradísimas letras en las que incluso ocasionalmente ha musicalizado poemas de diversas leyendas literarias del Reino Unido. Tal es el caso de William Butler Yeats, poeta y dramaturgo irlandés que consiguió el Premio Nobel de Literatura en 1923, caracterizado primeramente por un misticismo y unas excéntricas creencias distantes tanto de la ciencia como de la religión secular, y cuyas fuentes de inspiración procedían de la mitología celta irlandesa así como de los rituales de máscaras y danzas del teatro ño japonés, fuentes que derivaron en una escritura cuidadosamente espontánea que rompió moldes, en la que los pensamientos se mostraban sin restricciones tradicionales ni adoctrinamientos, directamente procedentes del subconsciente, entre imágenes oníricas y mitológicas, misteriosos simbolismos y detalles surrealistas.

Si la sombra de Mr. Yeats siempre ha estado presente de una forma u otra en los textos de este bohemio rockero escocés, es en “An Appointment With Mr.Yeats” donde se produce el mejor de los tributos, utilizando en esta ocasión parte del legado más políticamente comprometido de su poeta preferido y prolongando una brecha abierta primero en 1988, entre montañas rocosas, estrellas que se bañan en aguas errantes y los llantos de hadas de “The stolen child” dentro del “Fisherman’s blues”, y posteriormente en 1993, entre coronas de flores marchitas, aguas intermitentes y espíritus solitarios en “Love and death” dentro del “Dream harder”.

En esta cita con Mr.Yeats cuya imagen aparece difuminada en el fondo de la portada, la fisherman-star, después de cierta irregularidad en algunos de sus anteriores trabajos de estudio, ha conseguido nuevamente algo muy grande en su flamante discografía, como es el haber dotado a las letras del mencionado poeta de un entorno fascinante entre su magnética, seductora y característica voz (perfectamente complementada en ocasiones por una desconocida y maravillosa vocalista llamada Katie Kim), preciosistas melodías y unos certeros arreglos (mención especial para el violinista Steve Wikham que como diría mi apreciado mestrefriend Chals es el Keith Richards de la celtic soul). 

Pienso que para escuchar y valorar en su justa medida “An Appointment With Mr.Yeats” hace falta algo de paciencia, especialmente en los detractores de este espíritu libre de la música popular, dificultad a la que se añaden estos tiempos que vivimos en los que la saturación de información impide en muchos casos escuchar música con la atención que se merece. Es después de sucesivas audiciones cuando se llega al trance de percibir la grandeza de este disco, no formando parte de tantos casos actuales de usar y tirar.

Todo comienza al despertar entre vientos y esperanzas mientras se escucha una armonía llena de misterio y energía que nos invita a viajar lejos, muy lejos (“The hosting of the shee”). Tan lejos como pudiera ser hasta por ejemplo un pequeño arroyo donde los caminos están repletos de hierbas de colores, caminos mágicos donde resplandece el sonido de un oboe y de unas notas de piano (“Song of Wandering Aengus”).

Allí, entre delfines, ninfas, danzas ancestrales y sagradas coronas de laureles hay una caverna donde se copula sobre espuma mientras suena una sinfonía (“News for the delphic oracle”). A partir de ese momento es cuando la luna llena vuelve a brillar con todo su esplendor, deslumbrando un corazón asesinado (“Full moon in March”) y dirigiendo todos sus mejores destellos hacia una bella bailarina que nunca debería dejar de danzar (“Sweet dancer”).

THE WATERBOYS - SWEET DANCER

La espuma se dirige después hacia el mar donde unos pájaros blancos revolotean entre versos que recuerdan a Cohen, versos de tristeza y de cansancio de unos soñadores que seguramente serán olvidados con el paso del tiempo (“White birds”).

THE WATERBOYS - WHITE BIRDS

El viaje prosigue con un atípico blues de medianoche, buscando la paz en Innisfree, una de las románticas pequeñas islas con bosques verdes en el lago del Condado de Sligo, al oeste de Irlanda (“The lake isle of Innisfree”). Entre aromas de taberna irlandesa y sabor suave a whisky de cebada suena una extraña melodía celta donde reflexiones de locura y referencias a poetas y filósofos clásicos como Horacio, Platón, Cicerón y Homero derivan en un orgiástico in crescendo instrumental (“Mad as the mist and snow”).

THE WATERBOYS - MAD AS THE MIST AND SNOW

En una especie de breve interludio tras la tensión acumulada con el final del anterior tema se suceden preguntas de cómo sería el amor en el mundo antes de su creación (“Before the world was made”). Es a partir de ese momento cuando adquieren protagonismo héroes nacionalistas con cierto halo de romanticismo como Robert Emmet, Wolfe Tone, y muy especialmente John O’Leary, éste último en el sentido de que supo transmitir a Yeats la riqueza de la herencia literaria irlandesa, una herencia por la que Mike Scott mostró frecuentemente un interés similar en su discografía como fuente de inspiración temática (“September 1913”).

THE WATERBOYS - SEPTEMBER 1913

Muchos de los héroes que lucharon por defender a sus pobres compatriotas de Kiltartan encontrarán su destino entre las nubes (“An irish airman forsees his death”) mientras que el rumbo de los vivos siempre dependerá de las maniobras políticas (“Politics”). Aquellos que fueron admirados por sus hazañas y por sus virtudes serán recordados a través de los siglos por el mar, el viento, la tierra y las estrellas (“Let the earth bear witness”), y será entonces cuando las hadas bailen sobre las olas y sobre el sol (“The faery's last song”)

Finalmente decir que el agua, fuente de vida, nos ha acompañado como semilla de los Waterboys a los suficientes desde la transición a la madurez hasta nuestros días, convirtiéndose en uno de los más fieles nutrientes del espíritu durante las más dispares etapas de esa vida donde hemos observado con admiración y emoción la evolución de su música. Es por ello por lo que a título personal, si hay una banda que me enseñó a apreciar la música y a la que le tengo un cariño especial esa es The Waterboys. Algunos ya estamos preparados para una inminente cita con Mr.Yeats. La leyenda continúa. Viva la épica, larga vida a la Big Music y Waterboys forever, of course.